19 sept 2017

60 días.

   Siempre que pude tomé nota mental de las fechas importantes, los días que han pasado desde cierto acontecimiento, como así también los días que pueden faltar. Pero no, nunca agarré un calendario y empecé a tachar los días cual preso en su celda. No es mi estilo. Suelo mantenerlas en mente durante cierto tiempo. Por ejemplo: si hablamos de la muerte de una persona, podría decir: han pasado 2 meses, 6, 8, etc, pero al llegar al año ya no seguiría contando los meses. No tiene sentido y cansa. Además, a media que el tiempo avanza me suele dar la sensación de que el acontecimiento pierde fuerza, que ya no se siente igual. Palabras más, palabras menos se podría decir de que me estoy refiriendo al concepto de "superar".
   Lo de los 60 días viene porque el otro día mi terapeuta me hizo una pregunta que nadie me hizo durante los últimos dos meses: "¿Cómo estás sentimentalmente?", me cuestionó en voz baja y con la cabeza de lado. En ese momento, quedé mudo y muy pensativo. Suspiré, miré el piso, y con los ojos llorosos y una voz que temblaba por la inseguridad, contesté: "Decepcionado, desilusionado, desamparado y..." "y despechado", dijo el licenciado con mucha seguridad.
   Y no sé porqué, pero dicha pregunta me quedó haciendo eco en los oídos. Hoy, a 60 días de todo (a un mes de mi última entrada en este portal) veo las cosas de otra forma. No sé si más madura o inmadura, pero algo cambió. ¿Duele? Si, sigue doliendo. ¿Más que hace 60 días? No. Y no es tanto porque el tiempo lo haya "curado", sino porque en el medio uno se va enterado de ciertas cosas y le van cerrando otras. Para ser más explícito; el dolor, solo en este caso, son como los paradigmas o como las relaciones amorosas en sí mismas; ninguna relación es mejor que otra, simplemente son diferentes. El actual dolor no duele más que el de ayer, sino que duele distinto porque el motivo que lo ata es otro.
   A 60 días de una ruptura, puedo dejarte en claro, a vos, pequeño mentiroso, que las cosas las veo como las tendría que haber visto desde una primera instancia. Y si, desde el día uno decidí tomarme un plazo de dos meses para ver como decodificaba cada hecho, cada palabra, cada cosa que me fue dicha o que descubrí. También, puedo afirmar que mis sentidos no me fallaron, que la sensación no fue solo sensación en un determinado lapso, sino que también fue realidad. No estaba loco, no me lo contaron, "no lo soñé", recitó el Indio Solari en "Jijiji".
   Políticamente hablando, me llegué a sentir como Lilita Carrió cuando denunciaba cosas de la corrupción kirchnerista y la trataban de loca. Me encantó politizar tanto la cuestión que hasta la situé en su versión brasileña: Dilma Rousseff (yo), Lula Da Silva (vos) y Michel Temer (tu nuevo partner). ¿Tiempo de sobra? seguro que si, además de ganas de ponerle humor a la crisis sentimental.
   La gente se debe pensar que realmente estoy muy mal, pero no es tan así. Así fue en un principio. Con el pasar de las semanas, empecé a hacer bromas con la temática, porque no me quedaba otra más que reír. Y no, no me río ni de vos, ni del corrupto amoroso de "Temer", sino de la ironía e hipocresía de toda esta situación. Me río por no haber escuchado a tiempo a mi entorno.
   No estoy enojado, estoy despechado, estoy con un concepto tuyo que es más amargo que un fernet sin coca, o que ese mate amargo que nunca te animaste a probar.
   ¿Y la parte buena de estos 60 días? Bueno... podríamos decir que nueva gente ha llegado a mi vida. Ha llegado gente de España, amigos de amigos, una nueva futura pareja (pero todavía no quiero apresurarme, no vaya a ser cosa que en unos meses le esté dedicando una entrada a esta nueva persona), me voy de la Argentina, entre otras cosas.
Y si bien no todo tiempo pasado fue mejor, todo tiempo pasado SI me sirvió para tener mejores días a futuro. Para decir con quien si y con quien no y porqué. Sirvió para no ilusionarse y vivir el momento en cada uno de sus sentidos. Sirvió para cerrar una etapa (que Dios sabrá si en algún momento volverá). Sirvió para dejar la bronca y los porqué atrás. Ya no importa el porqué, como así tampoco importa que haya terminado teniendo razón (tenías razón, soy muy inteligente). Ya no importa si estás o no. Solo importa el HOY. Solo importo YO.




Que la hipocresía y la mentira vaguen en tu cabeza como el recuerdo de ese amor que no pude ser... Que los errores del pasado no regresen...
Que el día de mañana puedas entender esa llamada a media noche...

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